ARTÍCULOS DE REVISIÓN


“Todo lo cercano se aleja”: revisión sobre el impacto de la miopía de Borges y otras alteraciones oculares en su obra literaria
Ana Alexandra Gutiérrez García


Médicos de Ojos, Pilar, Buenos Aires, Argentina.


Oftalmol Clin Exp (ISSNe 1851-2658)
2024; 17(2): e180-e188.


Resumen
Jorge Luis Borges (1899-1986) fue uno de los escritores argentinos más importantes del siglo XX. Padeció una patología ocular crónica y progresiva que lo llevó a consultar a los mejores especialistas de su época. Esta revisión busca establecer cómo influye el tipo de patología ocular de Jorge Luis Borges en su producción literaria, tomando como fuente de información datos biográficos y algunas de sus obras comprendidas entre 1955 y 1977.
De esta forma se determinó que, si bien su patología ocular de base fue la miopía degenerativa, también presentó otras anomalías concomitantes producto de la progresión de la enfermedad, tales como desprendimiento de retina, glaucoma, estrabismo y ptosis palpebral. Durante toda su vida sus problemas visuales empeoraron y lo llevaron a un deterioro progresivo y severo de la visión, a pesar de lo cual Borges no paró de ver más allá y convertir su realidad en fuente de inspiración para superarse, mostrando con su ejemplo que se puede ver lejos incluso ante la adversidad.
Finalmente, se sugiere una futura investigación que incluya la búsqueda y revisión de la historia clínica oftalmológica de Borges (si es que ésta se pudiera encontrar) para tener más datos sobre su patología ocular y profundizar la comprensión de su potencial impacto en su obra literaria. Esto también resulta un ejercicio para comprender la importancia de la miopía como una enfermedad médica más allá de resultar un defecto de refracción, resaltando la función del oftalmólogo como médico que cuida y trata a las personas más allá de sus ojos.
Palabras clave: Jorge Luis Borges, miopía, enfermedades oculares, literatura argentina, retina, glaucoma, baja visión.

“Everything near is far away”: review of the impact of Borges’ myopia and other ocular alterations on his literary work
Abstract
Jorge Luis Borges (1899-1986) was one of the most important Argentine writers of the 20th century. He suffered from a chronic and progressive ocular pathology that led him to consult the best specialists of his time. This review seeks to establish how the type of ocular pathology of Jorge Luis Borges influenced his literary production, taking as a source of information biographical data and some of his works between 1955 and 1977.
Thus, it was determined that although his basic ocular pathology was degenerative myopia, he also presented other concomitant anomalies resulting from the progression of the disease and complications of the procedures performed, such as retinal detachment, glaucoma, strabismus, and eyelid ptosis. Throughout his life, his visual problems worsened, leading to a progressive and severe deterioration of his vision. Despite this, Borges continued to see beyond and turn his reality into a source of inspiration for self-improvement, demonstrating by his example that one can see far even in the face of adversity.
Finally, future research is suggested to include the search and review of Borges’ ophthalmologic medical history (if it was found in Buenos Aires) in order to have more data on his pathology and to deepen the understanding of its potential impact on his literary work. This is also an exercise to understand the importance of myopia as a medical disease and not just a refractive error, highlighting the role of the ophthalmologist as a physician who cares for and treats people beyond their eyes.
Keywords: Jorge Luis Borges, myopia, ocular diseases, Argentine literature, retina, glaucoma, low vision.

“Tudo que está perto se afasta”: revisão do impacto da miopia e de outras doenças oculares de Borges em sua obra literária
Resumo
Jorge Luis Borges (1899-1986) foi um dos mais importantes escritores argentinos do século XX. Sofria de uma patologia ocular crónica e progressiva que o levou a consultar os melhores especialistas da sua época. Esta revisão busca estabelecer como o tipo de patologia ocular de Jorge Luis Borges influencia sua produção literária, tomando como fonte de informação dados biográficos e algumas de suas obras entre 1955 e 1977.
Desta forma, determinou-se que, embora a sua patologia ocular de base fosse a miopia degenerativa, apresentava também outras anomalias concomitantes em consequência da progressão da doença, como descolamento de retina, glaucoma, estrabismo e ptose palpebral. Ao longo da vida os seus problemas visuais agravaram-se e levaram a uma deterioração progressiva e grave da sua visão, apesar da qual Borges não deixou de ver além e de fazer da sua realidade uma fonte de inspiração para se melhorar, mostrando pelo seu exemplo que consegue ver longe mesmo diante da adversidade.
Por fim, sugere-se uma investigação futura que inclua a pesquisa e revisão da história clínica oftalmológica de Borges (se esta for encontrada) para obter mais dados sobre a sua patologia ocular e aprofundar a compreensão do seu potencial impacto na sua obra literária. Este é também um exercício para compreender a importância da miopia como uma doença médica que vai além de um erro de refração, destacando o papel do oftalmologista como médico que cuida e trata as pessoas além dos olhos.
Palavras-chave: Jorge Luis Borges, miopia, doenças oculares, literatura argentina, retina, glaucoma, baixa visão.


Introducción
En la actualidad el avance del conocimiento nos permite comprender mejor por qué ocurren diversas enfermedades oculares y también podemos mejorar sus tratamientos. Esto además sucede con la miopía, que resulta ser una enfermedad ocular mucho más compleja que su planteamiento como sólo un defecto de refracción. Hoy sabemos que la miopía es una enfermedad ocular que puede diagnosticarse de manera temprana, para la cual tenemos medidas que mitigan su progresión y también sus futuras complicaciones, que en ciertos casos se vuelven causas de discapacidad visual por problemas asociados como el desprendimiento de la retina, el glaucoma o la alteración macular miópica, sólo por nombrar las más relevantes. El estado de salud que tiene una persona durante su vida va facilitando y/o delimitando sus acciones, dependiendo de cómo la persona pueda tomar y afrontar estas adversidades. Jorge Luis Borges padeció una serie de alteraciones oculares que de alguna forma fueron influenciando en su obra literaria. Muchas personas reaccionan a sus enfermedades oftalmológicas de diferentes formas y en esta revisión buscaremos establecer cómo ha influido la patología ocular de Jorge Luis Borges en su producción literaria, tomando como fuente de información datos biográficos, testimonios y algunas de sus obras comprendidas entre 1955 y 1977.

“Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve”
Otro poema de los dones
J. L. Borges

El desarrollo de esta revisión se dividirá en dos partes. En la primera, titulada “Un lento atardecer de verano”, se abordarán aspectos biográficos y las enfermedades heredofamiliares de Borges que determinaron su patología ocular y se irá avanzando a lo largo de su vida, acompañando sus eventos oftalmológicos. En la segunda parte, que se titula “Borges, un Homero porteño” veremos una serie de etapas de la vida del escritor en relación con otras personas aparte de su producción literaria.

PRIMERA PARTE
“Un lento atardecer de verano”
(Antecedentes hereditarios de Borges y la evolución inicial de sus patologías oculares)

Posiblemente Borges creció sabiendo que tarde o temprano iba a tener el mismo destino visual de sus antepasados paternos. Ver cómo la visión de uno de los padres se degrada en el tiempo a pesar de los esfuerzos de la ciencia es algo que le sucede a muchas personas que acompañan la progresión de las enfermedades oculares de sus progenitores y de alguna u otra forma podrán plantearse si ese futuro no será un espejo de lo que les sucederá a ellos. Hay muchas enfermedades oftalmológicas donde uno de los principales factores de riesgo recae en el antecedente heredofamiliar.
En el caso del padre de Borges, su enfermedad no fue diagnosticada ni tratada eficazmente y a pesar de los esfuerzos por consultar a los mejores especialistas de la época, ninguno pudo modificar el desenlace hacia la oscuridad1. En el artículo publicado en el 2017 por el doctor De la Piedra encontramos un familiograma de Jorge Luis Borges que representa cómo podría haber sido el patrón hereditario de la ceguera progresiva que aquejaba a su familia, demostrando que su patología proviene de su rama paterna. Se plantea entonces un patrón hereditario autosómico dominante2.
Resulta interesante abordar la reacción de Borges a su dificultad visual en sus diferentes etapas. Para poder comprender este aspecto, Leonor Acevedo nos relata en su libro algunos episodios que evidencian qué tipo de patología acompañó a Borges durante su vida3. Por ejemplo: “Georgie siempre fue muy miope; una vez había en la mesa un frasco de pickles ingleses en vinagre; le pregunté qué decía en el papel del frasco y contestó que era un papel en blanco”.
También relata que la catarata congénita era típica de su familia paterna y Jorge Luis fue diagnosticado con una catarata incipiente: “Un día casi lo llevó por delante un carro y yo lo llevé a Natale. Le hizo cuatro operaciones para intensificar la catarata y poder operar… Una vez que se hubo recuperado me dijo: ‘Creo que la operación dio resultado, ¡Puedo ver las estrellas!’ ... Al día siguiente salimos al jardín y lo noté muy triste. ‘¿Qué te pasa?’— le pregunté. El contestó: ‘Es que ya no puedo ver las estrellas’. ‘¡Pero es que no hay Georgie! —le dije— ‘¡El cielo está completamente nublado!’ Y creo que con eso volvimos a vivir”.
Con estos testimonios de su madre podríamos pensar que quizás Borges fue sometido a esos procedimientos (cuatro operaciones para intensificar la catarata) que se practicaban a finales del siglo XIX y principios del XX para el tratamiento de la miopía elevada o magna: la operación de Fukala4. Esta cirugía ocular implicaba la extracción intracapsular del cristalino con el objetivo de reducir la potencia refractiva del ojo y de esa manera corregir la miopía severa, usualmente con una refracción de -6,00 dioptrías que aumenta el riesgo de complicaciones oculares como el desprendimiento de retina, la degeneración macular miópica o el glaucoma. Se dice que Borges fue sometido hasta a 8 intervenciones relacionadas con cataratas y desprendimiento de retina sin mejoría, pero en realidad es difícil poder confirmar puntualmente estos hechos, algo que podremos aclarar en gran medida con los testimonios del oftalmólogo que lo atendió gran parte de su vida: el Dr. Enrique Malbran.
Borges y su familia regresaron a Buenos Aires en marzo de 1921 en el barco Reina Victoria Eugenia, pero tuvieron que volver a Europa por otro tratamiento del padre en 1923. Poco antes de partir Borges había publicado Fervor de Buenos Aires y comenzaron sus colaboraciones en varios periódicos y revistas1. A pesar de las complicaciones que lo aquejaban —como el desprendimiento de retina—, el amor por los libros y la lectura le impedía cumplir las indicaciones de su oftalmólogo que le recomendaba no leer con la luz baja; pero es que cuando se entusiasmaba con una novela (en ese tiempo los policiales eran sus favoritos) en algún viaje en tren, no podía detenerse hasta terminar el libro. Resulta interesante destacar que ese concepto que tenían nuestros colegas hace casi un siglo sin una comprensión fisiopatológica certera ni evidencias confirmadas por la investigación básica, en la actualidad se han confirmado y hoy conocemos la importancia de la luz y la exposición al aire libre en el desarrollo y la evolución de la miopía5.
En 1938 falleció su padre de un ataque de hemiplejía y en la Navidad de ese mismo año Jorge Luis sufrió un accidente que le produjo una septicemia que casi lo lleva a la muerte. Se dice que este accidente, en el que se golpeó la cabeza contra el batiente abierto de una ventana, definitivamente influyó en su ceguera; sin embargo, otros autores afirman que también padecía de glaucoma y de desprendimiento de retina6. En las diferentes fotos a lo largo de su vida se puede notar también estrabismo y ptosis palpebral, producto quizás de las complicaciones de las cirugías a las que fue sometido.
Al no saber si podría volver a leer y a escribir, su madre se ofreció a leerle Más allá del planeta silencioso, de C. S. Lewis para comprobar su cordura. A sus casi 40 años, Borges se largó a llorar al comprobar que su salud mental no había sufrido ningún daño después del accidente. En 1939 escribió “Pierre Menard autor de El Quijote” para comprobar que podía todavía escribir un cuento y entró en su etapa más productiva que se dio entre 1938 y 1953. Escribió Ficciones en 1944 y El Aleph en 1949. “El sur” es el último cuento que redactó sin la ayuda de su madre y allí retomó la historia del accidente que sufrió en 1938.
El año de 1953 marcó el principio del empeoramiento en la visión de Borges, que se confirmó en 1955, fecha que él mismo estableció simbólicamente como el inicio de su ceguera7. Tenía 56 años.
En una reunión virtual realizada durante la pandemia por la Sociedad Argentina de Oftalmología titulada “Borges y la ceguera” el 3 de julio de 2020, los doctores Leonardo Fernández Irigaray y Julio Fernández Mendy invitaron a una investigadora especial, la experta divulgadora de la vida y obra de Borges, profesora Alicia Ardila8. En ese webinar también se evaluó el impacto de la patología visual de Borges en su obra literaria. Entre otras anécdotas, contó que el padre de Borges fue quien lo recibió en sus brazos al nacer y al verlo le dijo a su madre: “Está salvado Leonor, tiene los ojos claros”, pensando que esa característica lo alejaría de la herencia que le estaba destinada.
También se puso énfasis en que los detalles de la historia clínica de Borges no estaban detallados en la bibliografía médica o literaria. Sin embargo, se sabe que Borges fue tratado por el doctor Enrique Malbran durante 25 años. Lo conoció en el año 1955 cuando fue a ver a su padre. En esa época, el doctor Malbran se desempeñaba como cirujano de retina en la Clínica Devoto, donde operó a Borges. De ese momento Malbran conserva con cariño algunas tarjetas escritas por la madre de Borges quien lo consideraba su amigo y confidente, y con quien compartía información sobre el estado de la salud visual de su hijo. Leonor visitó a Malbran hasta sus últimos días8-9.
Allí, el Dr. Enrique Malbran hizo una participación telefónica en la que aclaró que en ese tiempo realizaba la resección escleral laminar para los desprendimientos de retina con aplicación de termocoagulación en los desgarros periféricos. También mencionó que Borges tenía una miopía patológica con un gran estafiloma miópico que le permitía la visión central, y que con los años había desarrollado un glaucoma de ángulo abierto que le afectó la visión periférica. La última vez que vio al escritor como paciente en los años 70, su retina estaba aplicada y refirió que lo que había contribuido a la baja visión de Borges había sido su miopía, el gran estafiloma posterior y el daño del nervio óptico ocasionado por el glaucoma secundario que apareció años más tarde. Aclaró también que Borges no tenía el diagnóstico de retinosis pigmentaria como se ha especulado en ocasiones8.
La historia clínica oftalmológica de Borges, en la que estaban los dibujos y esquemas de su desprendimiento de retina, ya no está en manos del doctor Malbran. Según relató, fue víctima de una “sustracción selectiva” de sus registros clínicos, la ficha de su consultorio y las fichas de los esquemas de los desprendimientos retinales que llevaba en otro archivo. Igualmente, en el libro de Juan E. Perea, Sueños voluntarios: una biografía médica de Jorge Luis Borges, están los esquemas de fondo de ojos de Borges que Malbran rememoró.
Esteban Peicovich, redactor, columnista, crítico de cine argentino y autor del libro El palabrista: Borges visto y oído, escribió varios diálogos que sostuvo con Borges. En 2011, en una entrevista del diario Perfil, relata una anécdota sobre Borges que le había contado el doctor Malbran: “Usted no sabe, Malbran, lo que me pasó esta tarde. Estaba a punto de cruzar la avenida Córdoba cuando un hombre me tomó del brazo y se ofreció a ayudarme a cruzar. Lo hicimos y al llegar a la otra vereda le agradecí y ¿sabe que me respondió? Me dijo: ‘No, gracias a usted, señor. Yo también soy ciego’”10. Esta anécdota ha pasado a ser casi un mito nacional y tiene variantes, ya que, considerando la postura antiperonista que él tenía, hay otra versión que circuló y que dice que quien lo ayudó a cruzar en realidad le dijo: “‘¿Sabe que yo soy peronista?’ Y Borges le contestó: ‘no se preocupe, yo también soy ciego’”. Si este hecho sucedió realmente o si fue parte de la imaginación de Borges y que fue contando de diversas formas en el tiempo, es algo que no podemos confirmar11.
En 1955, año en el que fue operado de desprendimiento de retina, Borges fue designado director de la Biblioteca Nacional. Desde “El sur” en adelante, podemos ver impresa la huella de sus problemas oculares en su obra en el “Poema de los dones” (1957), “Elogio de la sombra” (1969), “On his blindness” (1972), “El oro de los tigres” (1972), “El ciego I y II” (1975), “Un ciego” (1975) y el cuento “El otro”, en el que un Borges ya ciego y anciano se encuentra con el Borges de los primeros años.
Borges convivió con su baja visión durante 29 años y puede que su “ceguera” fuera otra de sus maravillosas metáforas. Aunque “El sur” marca la despedida de una visión suficiente como para escribir de su puño y letra, su discapacidad no le impidió continuar con la lectura ni tampoco con su carrera. Al contrario, tomó esta adversidad como fuente de inspiración y tal vez como un desafío más de su vida: ver y escribir más allá de sus ojos.
Por eso, las diferentes etapas de su vida están atravesadas por palabras que nos pueden servir de guía para seguir en el tiempo la influencia de los síntomas de su enfermedad en su obra. Por los años 20 eran comunes las referencias a las calles, los patios y la ciudad; en los años 40 ya aparece lo laberíntico, lo incierto, Dios o el universo y, finalmente a partir de los 60 se hacen presentes la noche, las sombras, el olvido y la muerte. Es interesante la observación que realiza de la Piedra en una figura de su artículo, donde en una serie de fotos publicadas allí podemos ver la variedad de miradas de Borges en tres etapas definidas de su vida. Allí nos destaca cómo sus patologías oculares evolucionaron hacia el final de su vida, cambiando los rasgos de sus ojos y en particular su mirada de forma reactiva a su enfermedad, presentando por ejemplo ptosis palpebral, estrabismo, extensión del cuello, atrofia de la grasa orbitaria, esfuerzo del frontal para aumentar el campo visual, entre otros2.
En sus últimos días, sus médicos fueron los doctores Eisse Osman y Alejo Florin y finalmente murió en Ginebra de cáncer hepático el 14 de junio de 1986 en compañía de María Kodama. Sus restos descansan en Ginebra, en el cementerio de Plainpalais1.

SEGUNDA PARTE
Borges, el “Homero porteño”
(Evidencias literarias del impacto de afectación visual)

Consideremos ahora los cuentos y los poemas más representativos de la etapa en la cual se acentúan los síntomas oculares. En “El sur” (Ficciones, 1953), Borges comienza a despedirse de su visión a través del protagonista de la historia —Dalhmann— quien era secretario de una biblioteca municipal de Buenos Aires. Recuerda el accidente de 1938: “La arista de un batiente recién pintado que alguien se olvidó de cerrar le habría hecho esa herida. Dahlmann logró dormir, pero a la madrugada estaba despierto y desde aquella hora el sabor de todas las cosas fue atroz. La fiebre lo gastó y las ilustraciones de Las mil y una noches sirvieron para decorar pesadillas”12.
Dahlmann se dirige en tren rumbo a la estancia y vacila entre leer Las mil y una noches, de Weil, durante el viaje o contemplar la maravilla del paisaje pampeano en todo su esplendor con los últimos destellos de su mirada para que esas imágenes queden grabadas en su memoria como un presagio de lo que vendrá más adelante. Se interpreta que la muerte de Dahlmann no es real, que nunca estuvo en el sur (“Nadie ignora que el sur empieza al otro lado de Rivadavia”) y que permaneció y murió en la camilla del sanatorio y no en una pelea a cuchillo, su muerte elegida o soñada.
Dudando de su posibilidad de volver a escribir, Borges concibe otro tipo de literatura: la dictada. Y se convierte en una suerte de poeta ciego, de un Homero del sur. El “Poema de los dones” (El hacedor, 1960)13 fue escrito cuando Borges fue nombrado director de la Biblioteca Nacional. Considera su problema oftalmológico como un don y siente que es un don que comparte con Paul Groussac y José Mármol, ambos directores anteriores de la biblioteca que perdieron la visión.

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

También en el “El hacedor”, del libro del mismo título dice:

Gradualmente, el hermoso universo fue abandonándolo; una terca neblina le borró las líneas de la mano, la noche se despobló de estrellas, la tierra era insegura bajo sus pies. Todo se alejaba y se confundía. Cuando supo que se estaba quedando ciego, gritó; el pudor estoico no había sido aún inventado y Héctor podía huir sin desmedro.

El “Elogio de la sombra” (Elogio de la sombra, 1969)14 es uno de los poemas en los que Borges explica con tono melancólico sus síntomas a través de metáforas. Se refiere a Demócrito, filósofo presocrático de quien se dice que se arrancó los ojos en un jardín para que no le estorbaran en la contemplación del mundo externo. En este poema nos recuerda que la alteración visual de sus antepasados lo alcanzaría, solo era cuestión de tiempo y describe las cosas que no puede ver debido a las secuelas de la miopía:

Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros”.

También en una oración de “Elogio de la sombra” dice:

Pedir que no anochezcan mis ojos sería una locura; sé de millares de personas que ven y que no son particularmente felices, justas o sabias.

En su padecimiento, Borges se sentía acompañado por ilustres poetas como Homero, Tamiris, Milton o Joyce, y así lo recuerda en la conferencia “La ceguera” dictada en el Teatro Coliseo en agosto de 197715. En esta ocasión, Borges confiesa que su ceguera es completa de un ojo y parcial en el otro; habla vagamente de un tratamiento que está siguiendo, lo que comprueba que intentó mejorar su visión hasta el final de su vida.
Al final de la charla se apoya en la frase de Goethe para explicar cómo vive su proceso y cómo supo usarlo como herramienta para escribir parte de su obra en los últimos años de su vida: “Goethe pudo referirse no sólo al crepúsculo sino a la vida. Todas las cosas van dejándonos. La vejez tiene que ser la suprema soledad, salvo que la suprema soledad es la muerte. También ‘todo lo cercano se aleja’ se refiere al lento proceso de la ceguera, del cual he querido hablarles esta noche y he querido mostrar que no es una total desventura. Que debe ser un instrumento más entre los muchos, tan extraños, que el destino o el azar nos deparan”.
Cuenta también que extraña el color negro y sobre todo el rojo y que el mundo es una neblina verdosa o azulada vagamente luminosa, lo que nos sugiere que podría tener alguna discromatopsia. Se refiere al amarillo como el último color que puede distinguir y así lo describe en “El oro de los tigres”:

Con los años fueron dejándome
Los otros hermosos colores
Y ahora sólo me quedan
La vaga luz, la inextricable sombra
Y el oro del principio16.

En esta conferencia también nos explica la lenta progresión de la enfermedad: “Mi caso no es especialmente dramático. Es dramático el caso de aquellos que pierden bruscamente la vista: se trata de una fulminación, de un eclipse; pero en el caso mío, ese lento crepúsculo empezó (esa lenta pérdida de la vista) cuando empecé a ver. Se ha extendido desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento crepúsculo que duró más de medio siglo”17.
En el poema “On his blindness” (1972) Borges le rinde un homenaje a John Milton que había escrito un poema con el mismo nombre18. Aquí hace alusión a su nueva forma de hacer literatura en la que tiene que dictar a su madre sus cuentos y poemas (“el alfabeto que ordenan otros”) y de sus “ya gastados ojos”. En “El ciego” (1972) da cuenta de sus temores con respecto de la independencia y del manejo del entorno que se ven afectados por su baja visión18:
El desnivel acecha.
Cada paso puede ser la caída.
Soy el lento prisionero de un tiempo soñoliento que no marca su aurora ni su ocaso.

En “El otro” (1975) (19) Borges le explica al joven Borges que necesita ayuda por su problema visual:
Los dos mentíamos y cada cual sabía que su interlocutor estaba mintiendo. Le dije que iban a venir a buscarme.
—¿A buscarlo? —me interrogó.
—Sí. Cuando alcances mi edad habrás perdido casi por completo la vista. Verás el color amarillo y sombras y luces. No te preocupes. La ceguera gradual no es una cosa trágica. Es como un lento atardecer de verano.
Finalmente, en el poema “Un ciego” (1975) podría interpretarse que al no poder verse al espejo, Borges podría sentir cierta ansiedad:
No sé cuál es la cara que me mira
cuando miro la cara del espejo;
no sé qué anciano acecha en su reflejo
con silenciosa y ya cansada ira.

Conclusión
Si bien la miopía degenerativa fue la etiología de base de la enfermedad visual de Borges, no podemos descartar ni confirmar que también hubiese tenido un grado de catarata congénita y queratocono, pero por su evolución clínica sí se han logrado constatar alteraciones secundarias o relacionadas con la miopía, tales como desprendimientos de retina, glaucoma, estrabismo, ptosis palpebral, posiblemente también discromatopsias como también otras complicaciones derivadas de los tratamientos y cirugías que se realizó. El accidente que Borges sufrió a sus 39 años fue el acontecimiento que marcó la “producción borgesiana”, quizás por el empeoramiento de los síntomas oculares debido al traumatismo craneoencefálico y el agregado de una alteración neurovascular de su retina y áreas del procesamiento visual. Pero a pesar de que durante toda su vida empeoraron sus problemas visuales, Borges no perdió la visión completamente. Testigo de esto fue su médico oftalmólogo por 25 años, el doctor Enrique Malbran, quien lo operó de desprendimiento de retina exitosamente en 1955 y que refirió que hasta entrados los años 70 su retina permanecía aplicada. Borges tenía miopía degenerativa con un gran estafiloma posterior y un glaucoma secundario que afectó su visión periférica.
El ambiente de contención en el que creció y vivió Borges le permitió desarrollar su talento literario. También parecería que había una aceptación progresiva de su condición que fue plasmando en su obra posterior a 1953. No es correcto decir que Borges era ciego completamente: en condiciones favorables pudo haber sido capaz de identificar ciertos colores y movimientos. Finalmente, se sugiere continuar profundizando investigaciones que incluyan la búsqueda y revisión de la historia clínica ocular del escritor argentino (si es que ésta pudiera existir y estar disponible) para tener datos más fidedignos sobre su patología y de esta manera  seguir esclareciendo los hechos médicos-oftalmológicos que acompañaron a este prócer literario universal.

Reflexión final
Esperamos que este trabajo resulte de interés para que los médicos que tratamos pacientes con este tipo de afecciones podamos pensar en las otras consecuencias no oftalmológicas de las patologías que tratamos y hablar con nuestros pacientes, sugiriéndoles en todo caso las interconsultas interdisciplinarias que sean necesarias, para contener y hasta incluso aprovechar creativamente la adversidad, antes que sucumbir en etapas depresivas, destructivas y negativas asociadas a la discapacidad visual. Posiblemente alguno de nosotros esté tratando a futuros “Borges” en diferentes áreas. Porque, como oftalmólogos, nuestra incumbencia médica no se limita sólo a los ojos sino a todos los ámbitos de los procesos visuales y cómo estos pueden determinar la calidad de vida de una persona.


Referencias
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10. Peicovich E. 25 años sin Borges: las anécdotas inéditas de Esteban Peicovich. Diario Perfil, 14 junio 2011. Disponible en: https://www.perfil.com/noticias/sociedad/25-anos-sin-borges-las-anecdotas-ineditas-de-esteban-peicovich-20110614-0023.phtml
11. Abduca RG. Borges/Perón: indicios de una mitología nacional. Corpus: archivos virtuales de la alteridad americana 2023; 13 (1). Disponible en: https://journals.openedition.org/corpusarchivos/6105
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13. Borges JL. El hacedor. Buenos Aires: Emecé, 1960.
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